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Entrevista a Jean Montero: Andorra, tenemos un Problema

Entrevista a Jean Montero: Andorra, tenemos un Problema

Jean Montero, probablemente el talento más natural que haya pasado por la Liga Endesa desde Luka Doncic, comenzó en Santo Domingo tirando a una rueda de bicicleta como aro improvisado y enfrentándose siempre a rivales mayores y más grandes. Cocinó así una personalidad aún hoy impropia para su edad y que no tardaría en granjearle el mote perfecto para lo que sienten sus rivales. En los Pirineos las complicaciones llegarán en unas semanas: tiene contrato hasta 2026, pero le van a llover las ofertas.

  • Artículo publicado originalmente en la revista Gigantes 1544 de mayo de 2024 que puedes comprar aquí
  • Gigantes: ¿Cómo vive un Dominicano en Andorra? No sé si encaja mucho eso.

    Jean Montero: [Se ríe] Bueno… Yo diría que básicamente duerme, pasea un poco por las tardes y sobre todo despeja la mente. Este es un lugar muy tranquilo, con pocas cosas que hacer, pero cuando eres profesional tu vida no es tan interesante aparte de tu trabajo. Lo bueno que tenemos es que somos socios del club Caldea y podemos ir al spa, la piscina y la sauna. Yo no soy mucho de ir a la montaña porque luego las piernas no me dan. Luego, el frío, la nieve y yo no somos muy amigos, así que no los busco mucho, no…

    G: ¿Y algún sitio para comer mangú con salami ―plato dominicano que es el favorito de Montero―?

    J.M.: ¡No! (resopla). No hay restaurante dominicano aquí, pero justo hemos encontrado hace poco uno en La Seu y Tyson ―Pérez― y yo vamos a ir pronto por allí.

    G: ¿Eres cocinitas?

    J.M.: Suelo hacerme mi comidita, de lo que he ido aprendiendo con el tiempo, como algunas recetas que Eulis Báez me enseñó el año pasado y voy poniendo en práctica. ¡Pero tranquilo, un dominicano de hambre no se va a morir nunca! En cualquier sitio que estemos nos adaptamos a lo que haya, sin problema.

    G: Cuéntame, ¿cómo empezó todo?

    J.M.: Yo soy hijo único de mi padre y mi madre, pero sí que tengo hermanos de una parte y de otra. Soy justo el de en medio, de mi madre el segundo de tres y de mi padre, el cuarto de siete. Teníamos una cancha cerca de casa, pero pertenecía a un colegio y siempre había que esperar a que acabaran las clases. Así que solíamos ir a un club, pero no se podía jugar más de dos o tres horas y luego te quedabas fuera. Por eso de querer seguir jugando, y al no haber cancha disponible, tocó ser creativos. Es habitual en Dominicana buscar objetos para montar una canasta en cualquier sitio, así que usábamos una tabla y una rueda de bicicleta pequeña y la poníamos en la calle. El 6 de enero solían regalarme una bicicleta y a la mía o a la de mi primo le quitábamos los radios ―rayos, en dominicano― y así jugábamos.

    G: Te impactó Kobe Bryant.

    J.M.: Mis primeros recuerdos de partidos son las finales de 2010 entre los Lakers y Boston, pero él me llamaba la atención desde antes porque mi tío tenía muchas camisetas suyas. Con el 8, con el 24, y de distintos colores. Pensaba que si mi tío vestía así es que ese tipo tenía que ser bueno. Y claro, cuando le vi jugar…

    G: ¿Y en serio el baloncesto? ¿Cuándo?

    J.M.: Yo diría que a los once años o así. Fue cuando realmente empecé a entrenar en serio. Me fui al club Mauricio Báez y empecé a jugar torneos y tal.

    G: Contra chavales más grandes, supongo.

    J.M.: Claro, yo había empezado con mi primo, que es cuatro años mayor que yo. Y todos los que me rodeaban lo eran, por edad y físico.

    G: Tienes veinte años y llevamos un lustro oyendo hablar de ti.

    J.M.: Todo ha pasado muy rápido. Con diez años ya gané un trofeo y empecé a pensar que iba a ser bueno. Enseguida empecé a ir a torneos y la gente a reconocerme. Con doce para trece ya estaba con la selección u15. No sabría decir cuántos partidos y torneos jugué en tres años, y todo el mundo empezó a pensar que tenía más edad, pero no. Tuve que hacer muchas cosas que no correspondían a mi edad. Ahora las cosas me salen naturales, como cuando era pequeño, pero a veces pienso que tengo veinte años y no sé muy bien lo que ha pasado. Tuve un hijo también a los dieciséis, que está en Dominicana. Todo ha ido muy rápido, es así.

    G: ¿Echas de menos no haber sido niño?

    J.M.: Desde luego. He tenido momentos muy duros. Me fui de casa con trece por primera vez. Le decía a mi madre que quería volver y estar con los amigos. Pero ella me decía que el esfuerzo de hoy era el éxito de mañana. Y ahora se van viendo los frutos, gracias a Dios.

    G: ¿Cómo surge lo de ‘El Problema’?

    J.M.: En Dominicana todo el mundo tiene apodo, sin importar de donde vengas. Te lo ponen desde muy pequeño. A mí me decían Jean ‘Cabeza’, porque tenía la misma cabeza que tengo ahora pero con el cuerpo mucho más pequeño. Con el tiempo, al crecer, dejaron de decírmelo. ¡Se dieron cuenta de que mi cabeza era normal! [risas] Pero luego, en 2019, jugué el premundial U16, y lo hice tan bien que una web dominicana me puso eso: “El Problema dominicano…”, y así se quedó.

    G: ¿Y te gusta? Porque puede tener cierta incluso connotación negativa.

    J.M.: Sí, no me importa. De hecho, en Dominicana a la gente le pueden decir cosas mucho peores…

    G: ¿Te llegaba algo del baloncesto español?

    J.M.: No, que va. El dominicano es fanático del baloncesto, y le gusta hablar del deporte en la calle. Sí escuchaba mucho hablar de ‘La Bomba Navarro’, lo nombraban mis primos mayores. También a Llull, Nocioni, Campazzo o Laprovittola. Se me quedaban esos nombres, porque no son comunes allí, pero nunca les vi jugar. Con el cambio horario, allí no se ve baloncesto español.

    G: ¿Cómo llega hasta ti el Gran Canaria?

    J.M.: En ese U16 fui uno de los mejores jugadores en muchos aspectos ―nota: promedió 30,3 puntos, metiéndole 49 a Argentina en el partido por el bronce―. Recuerdo que se me acercaba alguna gente y me hablaba de equipos españoles: Gran Canaria, Joventut, Valencia… Los clubes no hablaron conmigo, pero sí con algunos agentes dominicanos. La propuesta que más me gustó fue la del Granca porque iba a jugar en LEB Plata y yo estaba acostumbrado a jugar con gente mayor. Lo vi como la oportunidad de tener un paso previo al primer equipo, que era lo que deseaba.

    G: Cuentan que el año pasado, en el Betis, un día entraste al vestuario y dijiste, “cuando haya problemas, los balones a mí”. ¡Con 19 años!

    J.M.: Le doy gracias a Dios por mi personalidad. No le temo a nada. A veces las cosas pasan y tienes que aprender, pero soy así. Era el más joven junto a Yannick Nzosa y bueno, pasó eso. Soy una persona que escucha mucho. Si llego a un sitio nuevo, intento analizar cómo se maneja cada uno para acercarme a ellos. Por ejemplo, con Eulis Báez no hablaba mucho al principio. Le conocía, pero le veía como a un veterano, esa era la relación. Llegué a Sevilla y traté de observar a los compañeros y al entrenador. Soy de ir poco a poco ganándome a las personas, dejándoles mensajes. Y cuando me integro, me siento como en familia y ya las cosas fluyen como la gente sabe.

    G: Para eso, Eulis Báez y Tyson Pérez significaron mucho, ¿no?

    J.M.: Precisamente por eso, por hacerme sentir como en familia. Me sentía en mi tierra y además en Sevilla nos demostraron mucho amor, lo que me hacía sentir bien. La gente en la calle, y eso. Fue algo que fluyó tan natural que nos sorprendió a los tres, que no nos conocíamos mucho y acabamos muy apegados y haciendo cosas juntos y con otros compañeros.

    G: ¿Es cierto que antes de fichar por el Betis te ofrecieron a dos equipos de LEB Plata y que no te quisieron?

    J.M.: Sí, puede ser (sonríe). A mí se me dijo que podía seguir desarrollándome en Plata, y no en ACB… Pero soy una persona muy segura. Sé que hay gente que dice de mí que no escucho, pero eso es mentira. Es justo al contrario, me gusta escuchar lo que se dice de mí. Y de ahí saco lo bueno y lo malo. Quizá al ser tan seguro puedo parecer, como decís en España, un poco “chulo”. Pero no es así, lo que pasa es que muestro confianza y eso a alguna gente le molesta. Yo sabía que mi nivel no era de LEB Plata… ni de LEB Oro.

    G: Te hará gracia pensar en que eso pasó hace solo año y medio.

    J.M.: Básicamente, sí. Pero también me empuja, porque soy una persona a la que le gustan los retos. Soy muy atrevido, “fresco”, como decimos en Dominicana. En el momento me pareció una falta de respeto, porque yo sabía de mi talento y de lo que podía dar en cualquier equipo. Sabía que podía jugar en la ACB. No que me iría tan bien como me va, pero sí que me iba a adaptar.

    G: Respecto al premio al ‘Mejor Joven’ de la Liga Endesa, el debate no era si lo ganabas, sino qué cuatro te acompañarían en el quinteto.

    J.M.: Ya lo gané el año pasado, y mi meta este año no era tanto ganar este premio, porque vino unido al descenso del Betis, que me dolió mucho. Mi meta desde que llegué a Andorra era hacerlo tan bien que no tuviera que estar preocupado por la permanencia, que el equipo estuviera tranquilo. Y que una vez que acabara todo, si me tenían que dar el premio, ya me lo darían, pero sin ser la prioridad. Aspiraba a cosas más grandes, a estar entre los mejores de la Liga Endesa y a ser un jugador respetado.

    G: Sobre eso, ¿costó un poco arrancar? El Morabanc parecía un equipo un tanto desequilibrado de inicio hacia el talento exterior. Y que tú y Harding os pisabais un poco en la cacha.

    J.M.: Es verdad, yo me había acostumbrado a jugar como escolta, que es donde juega Harding. Y ya en los minutos importantes, asumía el rol de base, porque tenía el balón y podía crear. Es una virtud que tengo, gracias a Dios, que puedo anotar o crear para los compañeros. Así que este año fue un poco difícil, porque veníamos de equipos diferentes y nos faltaba de inicio el entendimiento, la química que es necesaria. Yo llegué tarde de la Copa del Mundo y él estaba lesionado. El inicio fue complicado, pero hablamos y el entrenador me pidió que jugara como base y bueno, hasta ahora lo he hecho bien. He mejorado en muchas facetas del juego. Solía tener más pérdidas, por ejemplo. Estoy dando más asistencias también, y creo que entendiendo mejor los sistemas como base.

    G: Sabes que se va a hablar mucho de ti este verano otra vez, ¿no?

    J.M.: [Sonríe] Ya, ya lo sé. Pero es algo que siempre le digo a mi agente: que hay que esperar a que la tormenta pase. Que vamos logrando cosas y, cuando todo pase, ya que caiga la lluvia. De momento, que se mantenga tranquilito el sol y, ya en verano veremos.

    G: Pasaste por la Overtime Elite… ¿El objetivo sigue siendo la NBA?

    J.M.: Sí, sí. Incluso este año a mitad de temporada se han acercado algunos equipos preguntando… Pero mi objetivo personal, el que tengo en el corazón ahora, es asegurar la permanencia del Morbanc, Estoy enfocado en eso, y luego en verano ya hablaremos qué me conviene o qué no. De momento, a todo el que se acerca le digo que lo quiero es salvar a este equipo y quedarme en paz con la gente de aquí.

    G: ¿Y la selección? ¿Alguna vez Dominicana contará con todos?

    J.M.: ¡Eso esperamos ver algún día! [se abre de brazos]. Si es así, podremos competir de verdad con las grandes potencias. Tenemos mucho talento, y creo que así podríamos ir a nuestros primeros Juegos Olímpicos, no sé si este verano o en los siguientes. Es el gran reto del baloncesto dominicano.

    G: ¿Qué aprendiste del descenso del Betis?

    J.M.: Es algo que no le deseo a nadie. Fue un gran disgusto para una ciudad grande para el baloncesto. Y para mí fue como “lo hiciste bien, pero…”, “ganaste el premio, pero…”. Por eso digo que para mí era muy importante hacerlo muy bien esta temporada para mantenernos. Es un rencor interno que tengo. A Sevilla llegué quedando 16 jornadas, íbamos últimos y no esperaba tener tanta responsabilidad tan pronto. Ganamos siete partidos, que dentro de lo malo, no estuvo mal. Algunos que nadie esperaba. Y bajamos contra el Madrid en la última posesión. Tuve una responsabilidad que, con mi edad, muy pocas personas habrían llevado bien.

    G: ¿Qué sabor de boca te quedó con la salida del Gran Canaria?

    J.M.: Yo digo que el aficionado tiene que defender a su equipo siempre. No me meto en eso, ni estoy en contra. Pero no me gustó la forma en que se le contaron las cosas a la gente. Se pudo manejar dialogando y no se hizo. Me dejó mal gusto porque ahora sé que tengo una afición en contra. Es la primera vez que se habla algo malo de mí en mi carrera. Pero insisto, el aficionado tiene todo el derecho a pitarme, aunque me duele que el tema acabara así.

    ACB Photo / M. Pozo

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